





La introducción del TAC (tomografía computarizada) en el diagnóstico médico supuso una revolución, pero su popularidad ha hecho que nos sometamos a radiaciones demasiado intensas
Al igual que los equipos de radiografías convencionales o los escáneres PET, los TAC utilizan radiación ionizante que, como todo el mundo sabe, puede dañar el ADN y causar cáncer.
Y la exposición de la personas a la radiación es, en este caso, muy elevada. En un escáner de abdomen, que es de los más utilizados, se emite una radiación de 10 milisieverts (msv), que es el equivalente a hacerse 200 radiografías de tronco o 1.500 dentales.
El riesgo de someterse a un escáner de este tipo suele estar justificado, pues es la forma más sencilla y menos invasiva de detectar algunas patologías comunes como las piedras en el riñon o muchos tipos de tumores.
Pero en mútiples ocasiones se encarga sin justificación, sin valorar otras alternativas –como los escáneres de resonancia magnética, que no emiten radiación ionizante– o, lo que es peor, se realizan por duplicado.
El principal problema reside en que muchos de los pacientes que se someten a la prueba acaban pasando más veces por el escáner, lo que multiplica enormemente el riesgo.
Un estudio publicado en la revista ‘Radiology’, en el que participaron 31.462 pacientes de dos centros hospitalarios de EEUU, mostró que un 33% de los sujetos se habían sometido a cinco o más escáneres TAC, un 5% a más de 22 pruebas, y un 1% a más de 38.
“Descubrimos que mientras que la mayoría de pacientes acumula un pequeño riesgo de cáncer, un 7% de los pacientes del estudio se expusieron a tal cantidad de tomografías que incrementaron el riesgo de cáncer en un 1% o más por encima de los niveles iniciales”, señaló Aaron Sodickson, investigador del Center for Evidence-Based Imaging de Boston, y autor principal del estudio.
Parecen porcentajes pequeños, pero si recordamos que sólo en España se realizan más de cuatro millones de pruebas al año, los cánceres atribuibles a éstas no son para nada despreciables.
El efecto de la radiación es además acumulativo y mayor en los niños, por los que habría que ser especialmente cuidadoso con ellos.
Consejo
El equipo que investigó los riesgos de los TAC descubrió que al administrar NAC (N-acetilcisteína) a los ratones antes de recibir radiación en dosis bajas pudieron proporcionar a las células sanas el poder necesario para acabar con las células cancerígenas.
Por lo tanto, si necesita hacerse una tomografía tome NAC (N-acetilcisteína). Es bastante habitual que se recomiende en las consultas de medicina alternativa con este propósito.
Este antioxidante está asociado a una ralentización del envejecimiento y previene los efectos secundarios causados por los medicamentos, los productos químicos, el humo de los cigarrillos.






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